Un modo de vida ya prácticamente desaparecido en la provincia de Cáceres ha sido la pesca fluvial, que en nuestro territorio tuvo sus puntos más importantes en las cuencas de los ríos Tajo y Alagón, con Garrovillas, Ceclavín, Torrejoncillo y Plasencia como las poblaciones donde alcanzó mayor importancia; el tipo de barca más utilizado posee una característica forma triangular y se usaba tanto para desplazarse por el río como para lanzar las redes, recoger y trasladar las capturas.
Los aparejos de pesca más frecuentes son el trasmallo, red triple en que la malla central tiene los rombos mucho más pequeños que las dos exteriores o albitranas, la traviesa, red similar al trasmallo pero de una sola pieza, o la tarraya, que es una red de forma circular. La tarea de tejer las redes fue casi siempre patrimonio de las mujeres, mientras que los hombres se reservaban la faena de armar las redes con las corchas de la parte superior y los plomos de la inferior.
Los productos procedentes de la caza, pesca, recolección, agricultura, ganadería y actividades extractivas, requieren un proceso de transformación para su conversión en alimentos o bienes de consumo. Hasta la industrialización, estos procesos de manufacturado se realizaban aprovechando como fuentes de energía la fuerza animal, humana o del agua en movimiento. Todas estas actividades de transformación dieron lugar a la especialización en el trabajo y al surgimiento de oficios y talleres, a veces familiares, y en otras ocasiones organizados a través de gremios y hermandades. Pero muchas de ellas siguieron realizándose de forma casera como medio de autoabastecimiento de alimentos básicos para el consumo familiar.
El queso, elaborado principalmente por los pastores, requería la utilización de una sencilla tecnología pero de un complejo conocimiento del proceso químico de fermentación láctea con cuajo natural. La importante cabaña ovicaprina de la provincia fue siempre una excelente materia prima para la generación de una gran variedad de quesos artesanos que aún pervive.
El aceite de oliva continúa siendo uno de los pilares de la alimentación humana además de otros usos presentes y pasados, como la iluminación. Su prensado en la almazara se hacía usando grandes capachos de esparto superpuestos. El vino casero o de pitarra, se sigue elaborando en numerosas localidades de la provincia, utilizando para ello la característica prensa artesanal.
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