Diciembre de 2014
Tesorillo de Garciaz
Guerra de la Independencia (1808-1814)
Oro y plata
La acumulación de metales nobles como el oro y la plata, tanto en forma de monedas como de joyas, ha sido una práctica habitual a lo largo de la Historia. Su conservación como valor seguro ha dado lugar a su atesoramiento y ocultamiento en tiempos de inseguridad. Antes de que existieran los bancos tal y como los conocemos hoy en día, la preocupación de los propietarios era que su riqueza estuviera a buen recaudo, sobre todo en momentos de amenaza y guerra para evitar su saqueo por las tropas o su requisamiento por la autoridades.
En numismática se denominan tesoros a los conjuntos de monedas formados y ocultados intencionadamente por su dueño, que tenía la intención de recuperar pero no lo logró. Normalmente al desaparecer el motivo que había motivado su ocultación la mayoría de los tesoros eran recuperados por sus propietarios o familiares que volvían a poner en circulación las monedas.
El tesorillo de Garciaz está compuesto por catorce monedas de oro y plata de los reinados de Carlos III y Carlos IV, acuñadas tanto en España, Madrid y Sevilla, como en las colonias americanas de México y Lima. Las monedas del reinado de Carlos III son dos monedas de oro de un escudo de 1780 y de 1781, y en lo que respecta a la plata tres monedas de reales de a dos de 1772, 1780 y 1786. De Carlos IV, dos monedas de un escudo de 1782 y 1807, tres reales de a dos de 1793, 1795 y 1801 y cuatro reales de a ocho de 1801, 1802, 1803. El real de a ocho, también llamado duro y peso, era la moneda fuerte de la época. Tenía un valor alto y su aceptación fue universal pese a no ser de curso legal fuera de los dominios españoles, llegando a circular con normalidad en las colonias inglesas de Norteamérica o en Shangai, China.
La fecha del ocultamiento viene dada por la moneda más moderna de todo el conjunto, el escudo de Carlos IV de 1807, pudiéndose establecer la fecha de su escondite a partir del levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid, momento del inicio de la guerra. Los franceses dominaban las ciudades cacereñas pero en el mundo rural el impacto de la invasión provocó una guerra de guerrillas contra los invasores. El clima de anarquía y de inseguridad generalizada durante la guerra propició la ocultación del dinero, que en muchos casos como ocurrió en Garciaz nadie pudo recuperar. Fue en enero de 1964 cuando los niños Saturnino Flores Crespo y Manuel Blázquez Pizarro lo descubrieron escarbando en el patio del colegio construido sobre el lugar original de la ocultación por un vecino de Garciaz, que tal vez murió a manos de los franceses.